sábado, 14 de noviembre de 2009

Capitalismo y marcas

Las marcas se originan del mismo modo que se forman las palabras, ambas son metáforas que se refieren a la realidad. Las marcas nacen con el propósito de diferenciar productos relativamente similares o de igual uso, con el objetivo de adquirir prestigio, y como consecuencia, mayores beneficios económicos. Para lograr esto las empresas inventaron una nueva ‘ciencia’, la publicidad, la cual, desarrolla la imagen visual de la marca, es decir, las acepciones e ideas que la forman y que mediante las técnicas y medios de comunicación se expanden y se asientan en la cultura de la sociedad hacia la que va destinada. La publicidad consigue dar a los productos un valor que va más allá de su uso, lo que da lugar a la fetichización de la mercancía, es decir, la marcar concede, a quién la consume, un estatus y unos valores que son conocidos por el consumidor y reconocidos por el resto de la sociedad. Mediante este sistema se ofrece la posibilidad de multiplicar infinitamente los beneficios de la empresa siendo estos proporcionales a la capacidad de influencia que puedan ejercer sobre la cultura. A modo de dogma, se le da un valor preciado, que nace de la simbolización, a lo que solo tiene valor práctico, y surgen así la moda, los juicios de valor y los prejuicios, sobre los que se asientan complejos de superioridad y de inferioridad entre los miembros de la cultura que han aceptado el mensaje de la marca.
La clave de las marcas radica en la capacidad que tienen para influenciar (logran simbolizar estilos de vida) y consiguir crear la religión desde el símbolo.

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